Hoy no ha sido un Día del Valle más. No puede serlo porque ha habido muchos detalles que han convertido el día de hoy en uno muy especial y merece la pena que los repasemos y dejemos constancia de ellos. Sirva esta recopilación como constatación de un gran día en el que todos los asistentes hemos puesto mucho empeño en ello.

Ya el viernes hubo quien se lanzó a buscar esos espárragos de la zona que tan buen gusto dan a las tortillas. Scarlatti, Pelayo, Lans y un espontáneo llamado Eulogio, que siempre está en la sombra, recogieron unos buenos manojos de espárragos para hacer con ellos unas buenas tortillas.

Enhorabuena para todos ellos y sobre todo para sus hijos, quienes ya están desarrollando un fino olfato para hacerse con ellos en añadas venideras.

El sábado, Scarlatti, Pelayo y José Antonio compraron todo el género para los 130 inscritos y hay que decir que no ha defraudado en absoluto. Unos buenos lomos de buey, chroricitos, panceta y brochetas de lomo han hecho las delicias de una buena barbacoa que se han trabajado entre Francisco y Pelayo, aguantando con estoicidad el calor que desprendía el carbón.

Al mismo tiempo que la barbacoa y en otro frente se encontraban mano a mano el tortillero Lans y el sempiterno Scarlatti, siempre presente en todas las cocinillas. Un buen mano a mano que ha terminado convenciendo al respetable, aunque en sus comienzos suscitaron serias dudas sobre el punto de las tortillas por culpa de un fuego traicionero y un viento rebelde. No obstante, ante los vítores, no tuvieron mas remedio que venirse arriba y terminaron dando una vuelta al ruedo.

La plaza se fue llenando y poco a poco se fueron fulminando las previsiones más optimistas. Incluso visitantes que hacía tiempo que no lo hacían volvieron acompañados de sus vástagos, dando nuevos brios al coso y dejando la esperanza de que algún día vuelvan a ser habituales de esta fiesta.

Los niños mientras tanto, fieles a sus obligaciones, no hicieron más que lo que debían, preguntar con insistencia cuando estarían las viandas preparadas para ponerse a ello. En lo alto de los columpios y con balones sobre las cabezas y los chorizos, hicieron por un momento temer que alguno de los maestros saldría con las piernas por delante. 

Hay que decir que fueron muchas las manos que propiciaron el éxito de la faena de hoy. Se fueron acercando a la plaza con ganas de compartir la fiesta muchos de los socios de esta casa y no dudaron en lanzarse al ruedo a participar de la faena, sin faltar espontáneos que hicieron temblar por momentos a los aficionados, aunque más tarde pudimos comprobar las tablas que portan, no en vano la edad hace mucho.

No obstante y como acicate para los próximos eventos, también hay que decir que asistieron los habituales señoritos que con los trastos en la mano se dispusieron a degustar el resultado de la faena sin siquiera arremangarse, pero sin ellos, la fiesta no sería lo mismo y hay que reconocer que cada día se les tiene más cariño. Tan es así, que cuando faltan nos preguntamos si es que no hemos hecho las cosas como debíamos. Hoy, el ganado era de buen hierro y todos, absolutamente todos los asistentes estuvieron comprometidos con la fiesta y los maestros y sus cuadrillas lograron hacer las delicias de los aficionados.
Por fin, hubo vueltas al ruedo por parte de los maestros para recoger los desechos no biodegradables y varias orejas. El rabo no cayó, más que nada porque siempre hay margen de mejora. Habra que intentarlo la próxima, por que sobró ganado de buen hierro.

Por cierto, en el debe de la organización hay que destacar que se echan de menos amplios y resguardados espacios para los que arriesgamos la vida relatando los eventos y sobre todo que nos suministren de viandas mientras hacemos nuestro trabajo. Bien es verdad que, tras muchos años de oficio, uno aprende a buscarse la vida y rodearse de quienes me agasajan con viandas y postres de los que esta plaza es especialista. Alguno había por ahí que decía que tras levantarse a las seis de la mañana para hacer su especialidad culinaria en postre y tras averiarse su horno, se había visto obligado a acercarse a la confitería de gran reputación y tradición para no arriesgarse a defraudar al respetable. Y a fe que no defraudó.

Un abrazo a todos los amigos del club y mis respetos a los maestros que hacen esta fiesta posible cada día.